Audiolibros

Diego Olivas Arana
4 min readSep 13, 2023
Audible es una buena opción para la inmersión en los audiolibros.

Durante años mantuve una posición hesitante frente a los audiolibros (o audiobooks). Si he escuchado un audiolibro de inicio a fin, ¿eso se iguala a la lectura de un libro? ¿Podré retener la información luego de unos meses? ¿Cómo voy a subrayar o marcar mis pasajes favoritos (algo que me encanta hacer)? ¿Oír el texto de otras personas provocará la misma reacción en mi cerebro que leerme el libro con mis propios ojos? ¿Si ya lo escuché, debería leerlo luego de un tiempo?

Mi esposa, muy lectora, ya estaba más abierta a la posibilidad. Una vez le regalé por su cumpleaños un disco con MISERY de Stephen King para que escuche mientras maneja y amó la experiencia. Así, escuchó otros más y a inicios de este año, finalmente, ambos decidimos dar el siguiente paso y nos suscribimos a servicios de audiolibros: ella a uno polaco y yo a Audible de Amazon. Hoy quisiera comentar un poco mi experiencia hasta el momento.

Con el tiempo he cedido al avance de la tecnología y ahora siempre leo tanto en impreso como en el Kindle, mas jamás dejaré la palabra escrita. Sin embargo, debo decir que los audiolibros son una experiencia nueva y enriquecedora que me ha sorprendido y que percibo lejos de un ensayo: no pretendo abandonarla, muy al contrario, se ha añadido a mis pasatiempos perfectamente.

Lo bueno de los audiolibros es que son una oportunidad idónea para aprovechar ese «tiempo muerto» donde acaso sería imposible o muy difícil coger un libro: lavando los platos, aspirando o limpiando la casa, vistiéndote, paseando al perro o caminando por la calle. Antes, mientras limpiaba, escuchaba música o ponía videos de reseñas de películas y libros en YouTube. Todavía lo hago, pero ahora reservo más de esas ocasiones para escuchar historias.

El primer audiolibro que escuché fue un clásico del boom latinoamericano, LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ de Carlos Fuentes. Si bien lo disfruté, la polifonía de personajes, sumada a la naturaleza experimental y muy compleja de esta enorme y estupenda novela, a veces me perdía y me costó unas cuantas sesiones habituarme (y vamos, seguro el TDAH también influyó). Mi segunda aventura con audiolibros fue con un libro peruano: EL ÚLTIMO DICTADOR, de José Alejandro Godoy, la comentada obra de no-ficción que detalla a profundidad y no exenta de todo tipo de anécdotas y curiosidades el decenio del Fujimorato. En estos casos aprendí un par de cosas:

Primero, que de pronto ciertos audiolibros no funcionan mucho conmigo y conviene probar otros géneros y formatos para poder seguir “multitaskeando” mientras los escuchas (porque en mi caso, que preferiría leer un libro, escucharlos se trata de eso, hacerlo mientras realizo otra actividad, pero ello ya raya con el gusto de cada uno).

Segundo, que LOS ACTORES DE VOZ IMPORTAN MUCHÍSIMO. Este aspecto es vital: la historia del magnate, soldado y político Artemio Cruz (una desmedida radiografía de México y la Revolución) estuvo muy bien narrada, con un actor de voz que incluso cambiaba la entonación dependiendo del personaje. El acertado libro sobre Fujimori y los 90’s en Perú tuvo una pésima adaptación: malas pronunciaciones de apellidos y lugares, por muchos ratos monótono y robótico.

Fue así como fui investigando y me topé con algo fascinante de los audiolibros: muchos están narrados por sus mismxs autorxs o en su defecto, por artistas de voz conocidxs. ANGELA DAVIS: AUTOBIOGRAFÍA fue mi tercer libro escuchado. La vida de la magnífica filósofa, marxista, feminista, académica y revolucionaria Davis, uno de los más interesantes personajes vivos del siglo XX, narrado por ella misma. La experiencia es redonda, un audiolibro sólido: su vida es una película (algún día la harán), aprendes tanto escuchándola y además es un placer pues es la misma autora con su hermosa voz quien nos narra sus luchas, relatos y reflexiones. Con ella me di cuenta que el género biográfico o histórico me va bien con los audiolibros, por ello ya tengo en cola algunos que prometen (David Lynch, Sinéad O’Connor, Charly García y Serú Girán, Stephen King, etc.), siempre compaginándolo con mi lectura de libros.

Otro matiz digno de mención: los audiolibros pueden ser un ejercicio colectivo. Leer implica una inmersión solitaria (que adoro) pero un audiolibro puede ser escuchado por ti y tu pareja o amigxs. Diría que lejos de ser una experiencia superior, es algo fresco y diferente.

Eso. Jamás reemplazarán un manojo de hojas impresas y olorosas, ni el viejo ritual de subrayar con lápiz tus líneas más amadas, pero los audiolibros no están nada mal.

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Diego Olivas Arana

Periodista de Perú. Inmigrante en Varsovia. Leo. Escribo. Edito. Juego. Cinéfilo. Geek. Amo los perros.