Revisitando un clásico lobuno: COLMILLO BLANCO

Diego Olivas Arana
3 min readJul 5, 2023
Ethank Hawke como Jack Conroy en Colmillo blanco (Disney, 1991).

Apuntes tras un nuevo visionado de White Fang (Colmillo blanco, Randal Kleiser, 1991), luego de casi cinco lustros.

Hace unas semanas vimos en Disney+ esta bella cinta basada en el clásico homónimo de Jack London (1906), unas de las películas más antiguas de mi infancia. La última vez que la vi quizá tenía seis años. Recuerdo que teníamos un cassette pirata de VHS de esta película. Ania, mi esposa, la vio por primera vez y le encantó, y a mí me sorprendió lo mucho que la había olvidado.

Las escenas de peleas de perros son a veces duras de ver si eres un amante de los canes como yo (pero las he visto peores, no es Amores perros, no son duras si realmente quieren saberlo). Después de la película, abrazamos y besamos a nuestro amigo cuadrúpedo Dante durante cinco minutos; él no tenía ni idea de lo que estaba pasando pero abrió las patitas y movió la cola encandilado.

La historia gira en torno a Jack Conroy (un jovencísimo Ethan Hawke), un muchacho que llega a los misteriosos yermos helados del Yukón en plena época de la Fiebre del Oro, a fines del siglo XIX, para emprender una aventura minera en busca de oro y rendirle así honor al último deseo de su padre. Su travesía se transformará al conocer a un híbrido de perro y lobo (un perro lobo, conocido también por el término anglosajón wolfdog) que él bautizará como Colmillo blanco, a quien rescata de unos abusadores y con quién descubrirá una insondable amistad y la entrega absoluta a la naturaleza.

Además de la indecible belleza de los paisajes helados de Alaska y de mostrarnos que el mundo de los animales salvajes puede ser tan violento y difícil como el de los humanos, lo más resaltante de la película es su mensaje central: la amistad y verdadera conexión con otra especie, con ese perro silvestre, ese lobo fiero y mortal, ese wolfdog con el que de alguna forma te identificas y te descubres. El efebo Jack llega a esas gélidas montañas por un llamado familiar pero esperando la experiencia de una aventura millonaria, y acaba encontrando su lugar en el mundo junto a este increíble animal. Por un rato me hizo pensar en la hermosa película de anime Ōkami Kodomo no Ame to Yuki (Wolf Children, Mamoru Hosoda, 2012), cuando el hijo menor — ojo, spoilers —, quien siempre vivió como un humano retraído y con problemas de adaptación, decide quedarse como lobo y renunciar a su familia y forma humana, haciéndose uno con la naturaleza.

Póster de la película

Yéndonos al contexto histórico de la trama, es muy interesante ver más sobre todos los tiempos de la Fiebre del Oro de Klondike (aquella denominada también como Fiebre del Oro del Yukón o de Alaska), algo que para mí fue todo un descubrimiento, ya que sólo conocía el Klondike por la frase: “Colder Than A Well Diggers Ass In The Klondike” («Más frío que el culo de un cavador de pozos en el Klondike») que me enseñaron unos lugareños cuando estuve trabajando en Montana hace 13 años. Recuerdo que me preguntaba qué demonios era el Klondike y daba por hecho que era una palabra inventada para referirse a cualquier lugar frío en cualquier parte del Círculo Polar Ártico.

Colmillo blanco es una película familiar, inocente por momentos (película de Disney, al fin y al cabo), pero con fantásticos actores caninos y una sentida interpretación de nuestro querido Ethan Hawke. Me alegra volver a verla después de más de 20 años.

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Diego Olivas Arana

Periodista de Perú. Inmigrante en Varsovia. Leo. Escribo. Edito. Juego. Cinéfilo. Geek. Amo los perros.